Renovación ignaciana

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Llegamos a septiembre, señal de la entrada en un nuevo curso. El inicio, como siempre, nos señala un tiempo por vivir en relaciones, trabajos y, seguro, quiebros sorprendentes. Ojalá el Señor nos ayude a caminar a su modo de forma renovada desde el lugar donde estemos.
Hablando de renovación, cada año, muchos aprovechamos para poder estar unos días de Ejercicios, el método espiritual que San Ignacio, siendo todavía laico, experimentó y elaboró por el siglo XVI. Se trata del núcleo de la espiritualidad ignaciana. Algunos pueden solo unos días, otros ocho días, incluso algunos llegan en alguna ocasión hacer la experiencia completa. Este año asistí al retiro que orientaba el P. Juan Antonio Estrada SJ en El Puerto, junto con otros jesuitas y algunos laicos y laicas.

Siento que, cada vez que me aproximo a los Ejercicios, hay una oportunidad de releer la propia vida, los impactos que me preocupan, los deseos que me llevan hacia delante. Todo ello ante el silencio de Dios, ante una presencia siempre misteriosa, cercana e inalcanzable a la vez. Calma y Palabra que emergen para crecer en la fe.

Si concreto en un texto lo que han sido los Ejercicios, pondría las Bienaventuranzas. Conocemos de sobra el texto. Las palabras de Jesús nos señalan cuál es la mirada de Dios sobre el mundo: los pobres, los desposeídos, los sufrientes, los hambrientos de justicia, los misericordiosos, los limpios de corazón, los pacíficos, los perseguidos. El ser humano que emerge vive abajo. A la vez, es aquel que se activa hacia los demás por diferentes causas. Tanto entre la limitación como en la acción por la justicia, Jesús declara que serán bienaventurados. La felicidad desde Dios surge de lo humano por el camino de abajamiento y por la senda del compromiso. Esa visión esperanzada de Jesús refresca nuestra vida.

La renovación ignaciana lleva un nombre, los Ejercicios, como ventana a nuevas experiencias. Nos dan un modo de encontrar a Dios, de recordarlo profundamente en nuestras vidas y de contemplar el mundo como Él lo mira. Es verdad que nos ofrecen muchos modos de orar por diferentes vías y culturas. Esta vía ignaciana sigue abierta y nos brinda, desde muchas ofertas de retiros por toda la Provincia, un modo de re-encontrar a Dios y de seguir en camino de conversión, ahora con el nuevo curso. Un abrazo para todos.

Antonio J. España, SJ

8 de setiembre de 2019

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