Durante este tiempo de verano, y a raíz de un achaque de salud, mucha gente me ha hecho llegar su apoyo y oración. Me decían: “mucho ánimo”. Quiero, en primer lugar, agradecer a tanta gente me haya dedicado un ratín de sus oraciones para encomendarme. Gracias a Dios parece que todo está solucionado y podemos mirar hacia adelante, siendo más consciente del don de la salud.
Pero aprovecho esta expresión para hablar de esto: del ánimo. Porque no hay ánimo sin alma. Os imagino con muchos proyectos, con mejores deseos y con una enormidad de planes. Creo que es de Dios planificar, que es de Dios proyectar para focalizar nuestras fuerzas y no perdernos en infinitas tareas. Tengamos presente, sin embargo, que el ánimo (que alimenta la voluntad y el tono con el que hacemos las cosas) necesita alma, hondura. Necesita a Dios.
Esto supone una invitación a no dejar a Dios en un rincón aparte. Que sea Él quien inspire y dé alma a nuestro ánimo. En un año en que como Provincia nos ponemos a la escucha del Espíritu para la elaboración del Proyecto Apostólico, esta hondura y conexión con el Señor se hace especialmente necesaria. Así que, ahora sí: ¡Mucho ánimo!
Enric Puiggròs, SJ
2024 08 02
