Ayer sábado se celebraron en la parroquia madrileña de San Francisco Javier y San Luis Gonzaga las ordenaciones sacerdotales de la provincia de España de la Compañía de Jesús. Día de mucho calor y el templo solo ocupado por familiares y amigos íntimos por las medidas sanitarias así lo exigen.
La celebración, presidida por don Carlos Osoro, Cardenal Arzobispo de Madrid, contó con la presencia de monseñor Salvador Giménez Valls, Obispo de Lleida y Antonio España, SJ, Provincial de España. También un nutrido grupo de jesuitas que quisieron acompañar a los nuevos sacerdotes en el día de su ordenación.
Este año se han ordenado cuatro jesuitas, tres de ellos españoles: Ángel Benítez- Donoso Tarancón, SJ, Pedro Rodríguez-Ponga Gutiérrez-Bolívar y Lluís S. Salinas Roca, SJ. TEl cuarto, Michael Ochieng’ Otieno, SJ, es natural de Kenya.
Durante estas semanas hemos ido recogiendo los testimonios de todos los ordenandos. Leyéndolos, hemos podido percibir ilusión, pero también una gran pasión, entrega y realismo de lo que supone el ministerio que iban a recibir. El común denominador de todos ellos es, precisamente esto: la conciencia de fragilidad y el vivo deseo de la entrega a los demás, al modo ignaciano.
Como dicta la liturgia, después de la presentación de los ordenandos, el cardenal comenzó su homilía. En ella destacó tres ideas en torno a la ordenación: acontecimiento, proyecto y misión: «El Señor os regala su propio ministerio y misión», comenzó. Y quiso tener presente a Pedro Arrupe, SJ: «no me resisto a que cuando muera, el mundo siga como si no hubiese vivido», les recordó. También hizo hincapié en que el sacramento que recibían era un gran proyecto y les invitó a ser «impulso misionero, creativo y de todos los hombres de la Tierra.»
«Vosotros vais a ser hombres de Dios, al estilo de San Ignacio», les dijo, e insistió en la necesidad de vivir como pedía Arrupe: «la divisa de un jesuita es Amen, porque hace la voluntad de Dios y Aleluya, porque eso le hace feliz».«No es momento para elegir el camino cómodo», terminaba. Pero, ante todo, cuando las dificultades se presenten, les invitó a mantener la confianza en el proyecto de Dios.
Tras la liturgia de la Palabra prosiguió el rito de ordenación, con las letanías, la imposición de manos, la vestidura de la estola al modo presbiteral y de la casulla por parte de los padrinos: Alfredo Verdoy (Pedro), Juanjo Iragorri (Lluís), Pablo Alonso (Michael) y Roberto Quirós (Ángel). A continuación, la unción de las manos con el Crisma, la entrega del pan y del cáliz y el beso de la paz entre los presbíteros, todo con las medidas sanitarias correspondientes.
Continuó la celebración con la eucarística, en la que los cuatro neosacerdotes concelebraron por primera vez con el resto de sus compañeros que les acompañaban.
Tras la celebración, Ángel Benítez, pronunció unas palabras de agradecimiento en nombre de todos. Agradeció a Don Carlos, por su apoyo y cariño, y a todos los presentes, destacando la Compañía y a los demás jesuitas que les han acompañado durante todo su camino, así como a sus familias: «no es fácil ser padre o madre de jesuita, es una vocación sobrevenida. Pero vosotros habéis sembrado todo esto».
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2020 07 12