Juan Bautista era “la voz que clama en el desierto”. Voz que proclamaba a gritos la realización de las promesas antiguas, la llegada del Mesías. Y ese es sin lugar a dudas, Jesús, “ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien…porque Dios estaba con el él”. En esta fiesta celebramos la manifestación visible de la bondad, la fidelidad y el amor de Dios.
Como muy narra el evangelio, en Jesús se abren los cielos, el Espíritu de Dios de manifiesta, y la voz de Dios se hace oír mejor que en el Sinaí y que en las palabras de los viejos profetas. Porque él está ahí, en el Jordán, bautizado por Juan como uno más, no es simplemente un profeta, un enviado. Es, ni más ni menos, el Hijo, en quién resplandece plenamente la divinidad.
Muchos pueblos creían que Dios se manifestaba a través de grandiosos acontecimientos, o por medio de escenas aterradoras. Pero en Jesús la presencia de Dios se manifiesta de modo sencillo en el servicio y entrega a los demás. Sobre todo a los más necesitados y excluidos de la sociedad. ¡¡Que buena noticia!!
13 enero 2019
Texto: Taco del Sagrado Corazón de Jesús
Fotografía : El Bautismo de Cristo. Joachim Patinir