Al terminar una etapa

Charla de Álvar Sánchez SJ
mayo 21, 2023
Jira al Sagrado Corazón
junio 16, 2023

Queridos amigos y amigas:

Me toca despedirme como provincial después de tantos encuentros, consolaciones, alegrías, dolores y trabajos. Han sido seis años de tratar de servir lo mejor posible a la misión de la Provincia de España de la Compañía de Jesús. Eso ha significado reorientar, con la ayuda de Dios, mi esfuerzo hacia una tarea que no poseo (ni puedo poseer) y dejarme llevar hacia terrenos totalmente desconocidos y nuevos.

Os agradezco a todos la confianza, sobre todo a mis compañeros jesuitas. Ellos han estado en el centro de mis escuchas, de mis visitas, de mis desvelos. Ellos me han alentado y aceptado con mis luces y sombras porque me conocían de sobra y sabían de mis límites. También agradezco a tantas personas que colaboran y sienten esta misión como propia. Ellas y ellos me han ayudado a caminar y a llegar a tantos sitios donde no podía. Agradezco a los colaboradores más directos como Juan Pablo (el Socio), Ramón  Fresneda, José María R. Olaizola, Enric Puiggròs, Alvaro Alemany, José Ja Pardo, Jaime Badiola, Quillo (y antes Pablo Alonso),Toño Allende, Luis Arancibia, Carlos Losada, Patxi Álvarez, Fonfo, Susana Pradera, Araceli de los Ríos, Marta Medina, Valeska Ferrer, Peter Llobell, José M. Bernal, Cipri, Wences, superiores, directores y directoras, a todo el personal de la curia y de la administración y tantas personas que han estado y están haciendo posible esta misión.

Desde el agradecimiento en cada persona y en Dios, reconozco también mis sombras. Y he de pedir perdón por lo que no he sabido hacer bien, por el daño que he podido producir, por la falta de visión o de comprensión de tantos problemas y dilemas. Me hubiera gustado saber llevar todo con más visión, con mayor capacidad de inspiración ignaciana y con más audacia. Bueno, por todo ello, perdón de corazón.

Y hacia el futuro, con Enric como provincial, hemos de pedir esa gracia que viene de Jesucristo y que nos invita a renovar el foco de la misión desde una conciencia positiva y asumida de reducción, de camino hacia una Iglesia minoritaria y de una Compañía pequeña. Esa gracia se enraíza en volver a la experiencia de Dios que siempre se acerca, nos sorprende y nos invita al mundo tal como es, para construir justicia con el Reino de Dios de la mano de las Preferencias Apostólicas Universales. Esa gracia que pido no es barata ni fácil, ya que pide reconocer el don recibido, asumirlo con naturalidad, integrarlo en una identidad explícita y aprender a no vivir con miedos o de forma defensiva o reactiva. Esa gracia pedida seria volver a la llamada de Dios hoy, con tantos interrogantes, con caminos por recorrer y con elementos por asumir y reconocer en el discernimiento en común.

Termino con las palabras de este carmelita, Miguel Márquez Calle, que nos invita a dejarnos sorprender por Dios: “Lo mejor está por nacer aquí, mientras lo que percibimos es un cambio de época, del que no debemos lamentarnos. No tenemos un problema de vocaciones ni de número ni de fuerzas… tenemos necesidad de frescura, de esperanza y de realidad. No es vana nuestra esperanza. La Iglesia y la vida religiosa se abre a una vida por estrenar, en un sepulcro vacío, en la cruz y en el pesebre: morir, sufrir, nacer en cada paso. Porque, en todo, Él ha vencido y vencerá, y por eso vencemos fácilmente, ‘por Aquel que nos ha amado’” (Roma, 6 de abril de 2023).

Muchas gracias a todos.

Antonio José España, SJ 

2023 06 05

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